
En casi todos los hogares dominicanos hay una historia en común: la moneda que se cayó detrás del armario. La vimos rodar, la escuchamos chocar con la pared y pensamos “después la recojo”. Pero pasaron días, luego meses, y esa moneda sigue ahí, invisible pero presente, recordándonos que a veces lo pequeño se queda pendiente por simple descuido o desinterés. No es que valga mucho, pero mover ese mueble grande requiere intención. Así como con esa moneda, hay muchos aspectos de nuestra vida en los que postergamos lo mínimo, esperando que los grandes logros nos lleguen por pura motivación o suerte.
Queremos cambiar el mundo, tener un mejor trabajo, lanzar un emprendimiento o comprar una casa, pero no hemos recogido la primera moneda. Y no se trata del dinero en sí, sino del hábito de hacer. Lo mismo aplica para responder ese correo pendiente, terminar esa tarea sencilla, organizar ese rincón olvidado o simplemente levantarnos más temprano. La moneda detrás del armario se convierte en símbolo de esas acciones pequeñas que vamos ignorando mientras soñamos con metas grandes. ¿Cómo vamos a conquistar lo grande si no entrenamos la voluntad con lo pequeño?
Mover el armario y recoger la moneda no va a cambiar tu vida, pero puede cambiar tu mentalidad. Es un gesto simple que le dice a tu cerebro: “sí, puedo empezar”. Porque la disciplina no se construye con aplausos ni con likes, sino con actos sencillos y coherentes. Tal vez no puedas hoy iniciar la empresa de tus sueños, pero sí puedes comenzar ordenando tu cuarto. Tal vez no logres aún ese ascenso, pero sí puedes cumplir tu horario con excelencia. Hoy te invito a mirar detrás del armario… y recoger esa moneda. Es más que un centavo olvidado: es tu primer paso hacia algo mucho más grande.