noviembre 22, 2025
ChatGPT Image Sep 22, 2025, 05_21_22 AM
Cada meta alcanzada está sostenida por otros...

Existe una narrativa popular que exalta la autosuficiencia absoluta: la idea de que podemos vivir sin necesitar a nadie, que podemos alcanzar nuestras metas por pura fuerza individual. Personalmente, creo que esa es una de las grandes falacias modernas.

Desde la psicología y la neurociencia social, autores como Daniel Goleman han demostrado que nuestras emociones, decisiones y hasta nuestro bienestar dependen profundamente de la calidad de nuestras relaciones. En su obra Inteligencia Social, Goleman explica que nuestro cerebro está diseñado para resonar con los demás: cada interacción influye en nuestro estado fisiológico y emocional. Es decir, estamos biológicamente hechos para vivir en sociedad, no en aislamiento.

Por su parte, Daniel Kahneman, premio Nobel y autor de Thinking, Fast and Slow, nos recuerda que nuestros juicios y decisiones están llenos de sesgos, y que uno de los más peligrosos es el exceso de confianza. Creer que podemos lograrlo todo sin ayuda es justamente una ilusión alimentada por ese sesgo. Nuestros logros siempre están sostenidos en una red de otros que aportaron, guiaron o facilitaron el camino.

La falsa autosuficiencia

Si decimos que alcanzamos nuestras metas “por nosotros mismos”, estamos ignorando la red invisible que nos sostiene. Hasta la ropa que vestimos para presentarnos en una reunión, dar una conferencia o asistir a una entrevista fue confeccionada por otras manos. El dispositivo desde el que trabajamos es fruto del ingenio colectivo de cientos de personas que nunca conoceremos. Incluso nuestras ideas están modeladas por conversaciones, lecturas y aprendizajes de otros.

Por eso, quiero desmitificar —y lo digo como una posición personal— la creencia de que se puede avanzar sin el apoyo de un equipo. La realidad es que cada meta alcanzada, cada paso dado, tiene huellas de colaboración, aunque muchas veces no lo reconozcamos.

Pensamiento sistémico: mis decisiones afectan a otros

Comprender esta interdependencia debería impulsarnos a desarrollar un pensamiento sistémico. No vivimos en compartimentos estancos; cada acción, cada palabra y cada decisión impacta en la vida de otros, para bien o para mal. Si entendemos que estamos conectados, actuaremos con más responsabilidad, empatía y conciencia.

El desafío, entonces, no es demostrar que podemos solos, sino aceptar con humildad que somos parte de un entramado social más grande, donde nuestras metas se vuelven posibles gracias al apoyo visible e invisible de muchos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *