septiembre 17, 2025
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El problema es que cuando algo se ve “fácil”, se asume que no tiene valor.

Vivimos en una época donde con un celular, conexión a internet y habilidades técnicas bien enfocadas, una persona puede generar ingresos desde una cafetería o su habitación. Esto, para muchos que vienen de generaciones donde el trabajo duro se medía en sudor y jornadas largas, puede parecer una falta de respeto o incluso una señal de flojera. Pero lo que estamos viendo no es más que una evolución: los modelos de negocio actuales aprovechan la velocidad, la escalabilidad y el acceso que nos da la tecnología. No son menos válidos, solo distintos.

El problema es que cuando algo se ve “fácil”, se asume que no tiene valor. Pero lo cierto es que montar una automatización, lanzar un producto digital o monetizar conocimiento con IA no es fácil: es simplemente diferente. Ya no se trata solo de fuerza bruta ni de repetir fórmulas, sino de pensar, adaptarse y ejecutar con herramientas nuevas. Y sí, puede que parezca que los jóvenes no “trabajan”, pero quizás lo que no se ve es el esfuerzo intelectual, la curva de aprendizaje y la presión constante por innovar en un entorno que cambia cada seis meses.

La buena noticia es que este cambio no es exclusivo de una generación. No se trata de jóvenes versus adultos, sino de mentalidad. Cualquier persona que decida aprender, probar y lanzarse puede formar parte de esta nueva economía. No es un club privado. Es una oportunidad abierta a quien esté dispuesto a mirar más allá del “así siempre se ha hecho”. Al final, el trabajo sigue siendo trabajo… solo que ahora también incluye clics, datos y creatividad.

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