
¿El tiempo realmente existe?
Julio comienza y, como siempre, me encuentro saludando al mes como si fuera una persona que llega a visitarme. Le doy la bienvenida con entusiasmo, pero en el fondo, me pregunto:
¿Qué significa realmente que haya llegado Julio? ¿Qué ha cambiado de ayer a hoy? ¿De junio a julio?
Mucho se ha dicho sobre la teoría de que el tiempo no existe, al menos no como creemos. Que no es más que una construcción social —una especie de herramienta que usamos los humanos para darle sentido al caos, para ponerle límites a lo ilimitado, para marcar un “antes” y un “después”.
Dormimos… ¿y el tiempo se detuvo?
Una de las experiencias más comunes, y a la vez más misteriosas, es el sueño. Cuando dormimos profundamente, entramos en un estado donde no sentimos el paso del tiempo. Cerramos los ojos, y al abrirlos, sentimos que solo ha pasado un instante, aunque hayan transcurrido ocho horas.
Entonces me surge esta pregunta:
¿Si no somos conscientes del tiempo, realmente pasó?
¿No es curioso que necesitemos de un reloj, del amanecer o del calendario para validar que “algo ha sucedido”? A veces, un solo día parece eterno. Otras veces, los meses se escurren como arena entre los dedos.
En el espacio… el tiempo se disuelve
Y si hablamos del universo, la cosa se pone aún más interesante. Allá fuera no hay día ni noche. No hay lunes ni domingo. No hay cumpleaños, ni fines de año. Solo movimiento, solo existencia.
Lo que para nosotros es el paso de las horas, para un astronauta fuera del campo gravitacional puede ser una eternidad o un segundo.
Eso confirma lo que cada vez más científicos y filósofos defienden: el tiempo es relativo, y su única función real parece ser organizarnos.
¿Entonces qué impulsa los cambios?
Si el tiempo no existe como tal… ¿qué hace que las cosas sucedan?
¿Es el cambio una consecuencia del calendario o de nuestras decisiones?
¿Avanzamos porque el mes cambió, o porque nosotros decidimos avanzar?
Esta reflexión me lleva a pensar que no es “Julio” el que trae nuevas oportunidades. Somos nosotros los que decidimos comenzar de nuevo, volver a intentar, replantear metas y reactivar sueños. Julio solo es una excusa para hacerlo.
¿Y si dejamos de medir tanto?
A veces, vivimos tan pendientes del reloj, del calendario, del “ya debería haber logrado esto”, que olvidamos vivir.
¿Y si en vez de contar los días, dejamos que los días cuenten?
¿Y si dejamos de usar el tiempo como juez, y empezamos a verlo como un simple aliado logístico?
Julio es un buen momento para hacer una pausa.
No por el mes en sí, sino porque tú lo decidiste. Porque sentiste que era tiempo de hacerlo. Y si te detienes un segundo, quizás descubras que no necesitas más días, más semanas, ni más excusas para comenzar. Solo necesitas intención.
☕ Si alguna vez quieres hablar de esto —de lo que hacemos con el tiempo, o mejor dicho, de lo que él hace con nosotros—, avísame. Yo invito el café. Total… el tiempo, al final, es lo de menos.