noviembre 22, 2025
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El buen juicio no adivina, reconoce patrones; el mal juicio reacciona sin entender el contexto.

Hay algo curioso que pasa cuando intentamos predecir el comportamiento humano. Todo funciona muy bien… hasta que entran las emociones e irregularidades.

Un modelo de datos puede anticipar cuántos clientes comprarán un producto o cómo reaccionará el mercado ante cierta campaña. Pero cuando el contexto cambia —una crisis, una tormenta, una tendencia viral, una noticia inesperada—, la lógica se diluye y lo emocional toma el control.

Daniel Kahneman, en su libro Thinking Fast and Slow, explica que la “pérdida de precisión” ocurre cuando el entorno deja de ser estable. Un buen pronóstico necesita tres ingredientes:
👉 un entorno regular,
👉 una práctica prolongada,
👉 y un feedback inmediato.

Por eso un médico o un bombero suele ser más certero que un corredor de bolsa o un político. Su entorno es más predecible, repiten acciones similares y reciben retroalimentación inmediata. En cambio, en ventas, marketing o economía, el entorno cambia constantemente y el feedback llega meses después.

Ahí no hay fórmula perfecta. Lo que sirve hoy puede fallar mañana.

La invitación no es a frustrarse, sino a encontrar patrones dentro de la irregularidad: observar, ajustar, reaccionar rápido, y sobre todo practicar.
Porque en un mundo donde el comportamiento humano es cada vez más impredecible, la agilidad y la lectura del contexto valen más que cualquier modelo.

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