Vivimos una época curiosa. Muchos usan inteligencia artificial para sus tareas diarias —para redactar, resumir, crear ideas o investigar— pero lo hacen como si estuvieran cometiendo un pecado. Otros, incluso, sienten la necesidad de ocultarlo o minimizar su uso, como si apoyarse en la tecnología fuera algo vergonzoso. ¿Qué está detrás de este fenómeno?
La psicología humana tiende a rechazar lo que percibe como una amenaza a su identidad o a su valor personal. Por eso, cuando alguien siente que admitir el uso de IA podría “restarle mérito” o cuestionar su capacidad, prefiere callarlo. Pero la verdad es que usar herramientas como la IA no disminuye tu valor profesional; al contrario, potencia tus habilidades y multiplica tus resultados.
Muchos caen en la tentación de fingir que todo lo que hacen es “100% manual” o “solo de su autoría”, mientras a escondidas copian y pegan textos generados por IA sin siquiera revisarlos o adaptarlos. Y eso sí debería preocuparnos. No por usar IA, sino por la falta de ética al no reconocer su apoyo y por no hacer un uso inteligente y responsable de ella.
Hoy, más que nunca, necesitamos profesionales transparentes, creativos y dispuestos a decir sin miedo: ‘sí, me apoyo en la inteligencia artificial y la uso como una herramienta más de mi trabajo’. Eso no te hace menos, te hace mejor. Así como antes nadie se avergonzaba por usar una calculadora, hoy tampoco deberíamos hacerlo por usar IA.
No importa si eres docente, creativo, comerciante, abogado o emprendedor: actualizarte y sacar lo mejor de las nuevas tecnologías es parte de mantenerte vigente y competitivo. Úsala, aprende de ella, hazla tu aliada… y deja atrás la falsa idea de que apoyarte en la inteligencia artificial es un atajo cuestionable. Al contrario, es la muestra de que estás listo para los desafíos del presente.
Se tenía que decir y se dijo